"Esta es la mejor oferta que tendrás. No te diré que puedes salvarte porque no puedes salvarte"

Divagaciones sobre el caso de Chipre y por qué no sucederá en España



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¿Cómo una pequeña isla del Mediterráneo puede causar tanto revuelo en tan poco tiempo? Chipre ha aparecido en el mapa para más de uno por primera vez, y no para bien. ¿Cómo el rescate de una economía que produce al año apenas 17.887 millones de euros (para que nos hagamos una idea de su dimensión, Navarra produjo en 2012 18.126 millones de euros) puede desembocar en la mayor crisis del euro desde el verano de 2012?

Si bien la posibilidad de un rescate a Chipre se manejaba desde el verano (al igual que el rescate de España), nadie prestó atención: se pensaba que como era un diminuto paraíso fiscal no requería un gran esfuerzo para salvarlo. Cuando se dieron de bruces con la cruda realidad, se desató el pánico: se estima que el sector bancario chipriota posee depósitos que representan aproximadamente 8 veces el PIB. Si se retirasen esos fondos, lo bancos entrarían en quiebra. Por tanto, se ha de recapitalizar estos bancos, para que su estructura de pasivos disminuya a un tamaño más razonable. ¿Cómo se hace eso? Con dinero. ¿Qué sucede con el dinero? Que si te lo prestan hay que devolverlo. Y he ahí el problema: las necesidades de liquidez por parte de la banca chipriota son tan elevadas que haría que la deuda pública chipriota sobrepasase con holgura el 100% de su PIB y fuese una carga insostenible. Pocos países se pueden permitir endeudamientos desmesurados (por ejemplo, EE.UU. y Reino Unido) pero si algo tienen es una moneda propia, cosa de la que Chipre carece.


¿Y qué hacemos? Eso se pensó desde el Eurogrupo. Sin mucha salida, eligieron una solución que tocaba de lleno uno de los tabús de esta crisis: el dinero de los ahorradores ya NO es sagrado. No sólo eso, sino que otro de los principios y pilares que se implantaron para dar confianza a los ahorradores y evitar la fuga de capitales se ponía en entredicho: los depósitos de menos de 100.000€, que se encuentran garantizados por el FGD ya no eran sagrados. Un torpe movimiento.

Dado que no se le puede prestar la totalidad al estado chipriota, pues supondría el remedio, pero también la bancarrota, y dado que se ha decidido no tocar aquellos depósitos inferiores a 100.000€, el peso de todo el rescate cae sobre aquellos depósitos superiores a ese importe, que serán gravados con un impuesto del 37,5%. Ahí es nada. Teóricamente, el importe no se pierde, sino que se convierten en acciones para capitalizar el banco. Claro es que estas acciones valen menos que el papel de cocina y que no habrá nadie que quiera comprar los títulos en el mercado, por lo que de facto es un impuesto.

¿Es replicable esta respuesta en España? La respuesta de un economista siempre es: DEPENDE.

Depende de la salud del Euro y el proyecto que tengan con la moneda única desde Europa. Si se apuesta por la continuidad del euro, esta medida queda descartada, ya supondría el fin de la misma, pues España es la quinta economía de la UE. Es la carta que en caso de un eventual rescate debería jugar España (como ya otras veces ha jugado, con el riesgo que supone). Es de suponer que el euro tenga continuidad, por lo que se difumina un rescate a la chipriota en España, que aunque supondría un importe mayor en términos absolutos, no lo es tanto en términos relativos, pues el sector financiero español, aunque zombi, no tiene el tamaño que tenía el chipriota.

Mi apuesta personal es que, en caso de haber rescate, será similar al de Grecia, Irlanda y Portugal, lejos de cualquier teoría catastrofista que corre estos días. Chipre es un caso particular (aunque cada rescate tiene sus particularidades) de una economía cuya estructura difiere de la española. Chipre es también un aviso a otros paraísos financieros dentro de la UE (véase Malta o Luxemburgo) para que tengan cuidado, y es también desafortunadamente un anuncio a los inversores extranjeros desde el seno de la UE: no inviertan aquí, pues pueden recibir a cambio un papel de valor nulo en el mercado a cambio. Si la fuga de capitales era un problema, esto no hace más que avivar el fuego.

Estaremos pendientes al siguiente asalto.

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